CUIDADO DE LAS BROCHAS
Las brochas son herramientas esenciales en nuestra rutina de belleza, pero si no las limpiamos adecuadamente, pueden convertirse en una fuente de bacterias y afectar la salud de nuestra piel.
¿Por qué es importante limpiarlas?
Una brocha sucia no solo dificulta una aplicación uniforme del maquillaje, sino que también puede provocar imperfecciones, irritaciones o infecciones en la piel. Aunque los cosméticos minerales son inertes y no favorecen la proliferación de bacterias, las brochas sí pueden contaminarse con residuos de maquillaje, células muertas, grasa natural de la piel y suciedad del entorno. A menudo las dejamos sobre superficies no higiénicas o se caen al suelo, acumulando impurezas sin que lo notemos.
Brochas limpias = rostro sano.
¿Cada cuánto tiempo debo lavarlas?
Cada 15 días si usas maquillaje diariamente.
Una vez por semana si tienes acné o estás bajo un tratamiento dermatológico.
Una vez al mes si las usas ocasionalmente.
¿Cómo lavar correctamente tus brochas?
Usa un shampoo suave, sin acondicionador (los de bebé son ideales).
Humedece las cerdas con agua tibia, siempre con el mango hacia arriba y las cerdas hacia abajo, para evitar que el agua entre al mango y dañe el pegamento que sostiene las fibras.
Aplica un poco de shampoo en la palma de tu mano y haz movimientos circulares con la brocha hasta que se forme espuma.
Enjuaga bien, repitiendo el proceso hasta que el agua salga completamente limpia.
Exprime el exceso de agua presionando suavemente las cerdas con los dedos. No las retuerzas, ya que podrían deformarse o romperse.
Envuelve la brocha con una toalla de papel absorbente y presiona para retirar la mayor cantidad de humedad.
Déjala secar horizontalmente en un lugar ventilado, sin alterar la forma original de las cerdas. Evita secarlas en posición vertical para que el agua no se filtre hacia el mango.